GARABANDAL, la película

Acabo de salir del cine y no quiero esperar ni un minuto más para escribir mis primeras impresiones sobre la película GARABANDAL. Uff… siempre me cuesta escribir sobre las películas que me han gustado mucho, mucho, mucho, mucho… No es sencillo ordenar un volcán de emociones.

Lo que más me gusta es… sobre todo, que se haya hecho esa película. Ese pequeño detalle, me entusiasma. Porque la han hecho… ¡¡quienes la han hecho!!: personas apasionadas, entusiasmadas, atrevidas, que no han concedido audiencia, ni por un segundo, al miedo ni a las advertencias de los “prudentes”, a los que ni siquiera han pedido consejo. A pesar de tener todo en contra, antes del partido: todo el equipo de GARABANDAL lo han formado personas sin experiencia ni formación cinematográfica alguna, a las que no ha frenado la certeza de que podían cometer errores, ni la garantía total de que más de un experto iba a analizar su trabajo con la simple pretensión de encontrarle defectos de forma. ¡Pues no! Se han tirado a la piscina, sin saber nadar, movidos por el motor más potente que existe: el amor puro. Ese simple hecho, que en otras películas no tendría tanta importancia, a mí me encanta, me cautiva, me inspira un respeto y una admiración tremendas. Y deseo con toda mi alma que su ejemplo cunda. Que el arrojo de estas personas de fe probada estimule a muchos “prudentes y sensatos”, que entierran sus talentos con la excusa perfecta de que… podría salir mal. Bravo, bravo, bravo. Lo habéis conseguido y… ahora viene lo mejor… ¡¡¡lo habéis hecho muy bien!!! ¡¡¡No sólo no os vais a ahogar, sino que vais a poder dar lecciones de natación, como San Pedro, que caminó sobre las aguas!!!

Si una película no transmite emoción… ¿qué otra cosa puede transmitir? ¿Técnica? ¡Qué tristeza siente cualquier director comprometido con su obra, cuando los elogios que escucha se limitan a la perfección técnica de su película! ¡Qué gran desilusión cuando todos los piropos giran en torno a la fotografía, a la música, a los actores, al montaje, al plan de producción, al vestuario, al sonido…! ¡Qué chasco tan grande, cuando los espectadores o los críticos hablan bien de todo eso… pero no mencionan ninguna emoción que les hay hecho reír, llorar, amar, temer, sufrir y gozar. Pues bien: GARABANDAL tiene emoción, tiene autenticidad, tiene verdad. Y eso… es mucho más difícil de conseguir que una técnica perfecta.

Para colmo de bienes… GARABANDAL nos remite a un hecho de tremenda importancia… que podemos tomar como simple anécdota. Aquí está el meollo de la película. Esto es lo único que realmente importa. Si resulta que la Virgen María advirtió acerca de los males que en la Iglesia y en el mundo iban a suceder por culpa del abandono de la piedad, del desprecio a la Eucaristía, y a través de sacerdotes y obispos que estaban arrastrando a tantas personas por el camino del mal… y eso fue tomado como una anécdota… pues resulta que pasó el tiempo… y se confirmó tristemente el diagnóstico, pero no a través de revelaciones sobrenaturales, sino a través de la prensa, a la que no nos quedó más remedio que creer. Ahí están los nombres y apellidos de tantos sacerdotes y obispos infieles al Magisterio, que han cometido los pecados más vergonzantes: mentiras, abusos, robos, corrupción… oh, ¡qué tristeza pensar que no se tomó en serio lo que aquellas campesinas advirtieron! ¡Qué tristeza pensar que se podía haber evitado, que decían la verdad… pero se les cerró la boca! Terrible es lo que el Padre Pío dijo sobre GARABANDAL: “Cuando crean, será demasiado tarde.” El tiempo lo ha confirmado.

La buena noticia es que estamos a tiempo de reflexionar… y de cambiar de actitud. Porque esto no va de si la Iglesia declara oficialmente la sobrenaturalidad de unas apariciones o no y entonces Garabandal se convierte en un centro de peregrinaciones (de hecho, ya lo es). Esto va de que todos conocemos las consecuencias nefastas que experimentamos en nuestra vida cuando nos apartamos de la piedad, de los Sacramentos, de las devociones que la Iglesia, del modo más oficial posible, nos propone que vivamos. Nos lo tomamos como una opción, como algo bonito pero no imprescindible… y así nos va. GARABANDAL va de conversión y, por eso -sobre todo, por eso- es una película importante y necesaria. La recomiendo y pido que, quien desee verla, lo haga cuanto antes. En el cine, en pantalla grande, en silencio, sin distracciones. Merece la pena. Mi agradecimiento más profundo a sus productores.

https://www.peliculagarabandal.com/