Nos ponemos las botas… de nuevo.

El deportista se agita internamente, cuando faltan pocos minutos para que empiece la última competición, la definitiva… esa prueba para la que se ha preparado durante años y en la que se decide todo, en unos segundos. El cocktail de emociones e ideas podría jugar en contra, si impide la serenidad y concentración que exige la ejecución final del ejercicio. Cuánto esfuerzo y pasión… cuántas etapas ocultas, silenciosas, humildes… junto al entrenador y a un pequeño equipo técnico. Durante muy pocos minutos -en algunas disciplinas, son sólo segundos- el resultado de ese esfuerzo acumulado será exhibido en público, ante muchas personas que desean que gane la medalla… y otras muchas que la pierda. “En sus puestos… preparados…

Con algunas diferencias, así nos sentimos ahora en INFINITO + 1. En pocos días, estrenamos TIERRA DE MARÍA en Austria (26º país de estreno) y también iniciamos la distribución mundial de una nueva película, “FOOTPRINTS, EL CAMINO DE TU VIDA.” Ya hemos pasado por esta emoción antes, pero no queremos acostumbrarnos. Hace ocho años éramos tres personas en un piso pequeño… y hoy ya somos ¡cuatro personas! en el mismo piso… pero respaldados por un “ejército de insensatos” (con ese nombre le pedí al Señor que pusiera en nuestro camino a colaboradores eficaces), que han surgido ya en 26 países. Sin la aportación generosa y humilde de cada uno de estos locos, nosotros no habríamos sido capaces de producir, ni de distribuir, ni de promocionar ninguna de nuestras películas. Por eso, cuando estamos a pocos días de estos nuevos estrenos, el sentimiento dominante en ese cocktail interno es de agradecimiento: gracias, infinitas gracias, a Dios y a cada uno de vosotros, los que sostenéis esta misión con vuestras oraciones, con vuestro tiempo, con vuestro dinero, con vuestro trabajo. Gracias por vuestro estilo, dominado por la alegría, el optimismo, la humildad, la apertura y cercanía con todos; gracias por entrar con valentía en cualquier periferia, sin prejuicios, sin escudo para la defensa ni espada para el ataque. Curiosamente, uno de los epicentros de la vida cultural, artística y de diversión en todo el mundo -las salas de cine- también puede considerarse una periferia. Porque en ese epicentro de entretenimiento cotidiano no abundan las producciones que muestren la riqueza de la vida espiritual cristiana. Podríamos limitar la distribución de nuestras producciones a los habitantes de las catacumbas modernas en las que algunos poderosos desearían encerrarnos a los cristianos. Podríamos conformarnos con llevarlas a parroquias, centros educativos confesionales, congresos diocesanos, emisoras católicas… pero no tendría sentido, si recordamos la misión que Jesucristo nos encarga a sus discípulos: “Id por todo el mundo y anunciad la buena noticia”, “no he venido a por los justos, sino a por los pecadores”. Si en ocho años nuestras películas se han distribuido y estrenado en salas de cine de 26 países, es porque todos vosotros habéis comprendido la importancia de compartir esa buena noticia, sin encerrarla en supuestos “nichos de mercado”. Y los resultados han sido, gracias a Dios y a cada uno de vosotros, sorprendentes. No me refiero al número de países, ni al número de espectadores… pues las cifras grandes son engañosas… sino al número incalculable de conversiones individuales reales, concretas, que Dios ha suscitado entre los espectadores. Cada una de esas historias dinamita el concepto estrechito y cobarde de “nicho de mercado”, pues sus protagonistas son personas que no hubieran encajado antes en una clasificación de “persona creyente, practicante, enamorada de Dios, que espera ansiosamente la llegada de películas que hablen de Él”. Sus perfiles reflejan, tantas veces, justo lo contrario. ¡Son tantos los testimonios que nos llegan de personas que se presentan a sí mismos como ateos, agnósticos, indiferentes a la fe…! Entraron al cine animados por un amigo, por un familiar, por un vecino… o incluso por la “casualidad”, porque se equivocaron de sala… ¡y salieron del cine removidos, transformados, sedientos, hambrientos, buscando el modo de saciar esa llamada interna con nuevas dosis de alimento para su espíritu! Junto a esas conversiones imprevisibles, cuántas conversiones igualmente sorprendentes entre quienes nos creíamos buenos, nos creíamos que podíamos dar lecciones a los demás… y hemos descubierto que “las prostitutas nos adelantarán en el Reino de los Cielos.” Ése es el milagro… ésa es la acción de Dios en los espectadores… que no pueden medir las estadísticas, ni los críticos de cine, ni los analistas del mercado, ni nosotros mismos, que somos espectadores y protagonistas asombrados del poder y de la acción de Dios, a través de una sencilla película, producida, distribuida y promocionada por un ejército de pequeños e inexpertos insensatos… que actúan sin frenarse por su limitación, ni por los consejos de los sabios, sino que están movidos por el amor.

GRACIAS, queridos insensatos, por vuestro amor, que no es teórico ni intelectual, sino real, manifestado en acciones concretas. GRACIAS, de antemano, por cada uno de las iniciativas que toméis ahora para promocionar esta nueva película, “FOOTPRINTS, EL CAMINO DE TU VIDA”, entre vuestros conocidos, amigos, compañeros, vecinos… El cronómetro está puesto y la partida es breve e intensa. Nos ponemos las botas de peregrinos y nos jugamos la conquista y permanencia en las salas cinematográficas, en muy poco tiempo. Cada sala en la que logremos estrenar, será una conquista y un reto. Porque muchas buenas producciones compiten al mismo tiempo por ocupar esas mismas butacas. Cada nuevo espectador, es una gran conquista. La única cifra que importa es el 1: 1 espectador + 1 espectador + 1 espectador + 1 nueva sala + 1 nueva semana + 1 nuevo país… ¡Ánimo! ¡Con la misma ilusión y entrega de la primera vez! Gracias, insensatos de Austria, Alemania, Suiza, Bélgica, Japón, Letonia, Francia, Rusia… por vuestra paciencia, constancia y fe, con las que vais a lograr que pronto estrenemos TIERRA DE MARÍA, LA ÚTIMA CIMA y FOOTPRINTS en vuestros países. Pidamos con fe y humildad la bendición de Dios sobre todos los espectadores, para que estas películas y las próximas provoquen una avalancha de conversiones al amor. Todo lo demás, es puro ruido.