No hay dos papas… ¡son más!

     Últimamente he tenido la suerte de conocer a varios papas. ¡Menuda sorpresa! Ya sabía que vivíamos una circunstancia histórica peculiar, al convivir dos papas a la vez, uno emérito y otro que ejerce como Romano Pontífice. Pero no tenía ni idea de que en realidad no hay sólo dos sino, al menos, ¡quince o veinte papas al mismo tiempo! Y sólo me estoy refiriendo a los que he tenido la suerte de conocer personalmente, lo cual me hace sospechar que en la actualidad podría haber… ¿varias decenas de papas?

     Los papas que estoy conociendo no son solamente desconocidos para la gran mayoría, sino que también son santos ignorados, lo cual les convierte, casi, casi, en mártires. Ni su proceso de elección como papas ha sido reconocido oficialmente -lo cual ha de ser francamente traumático- ni tampoco su proceso de beatificación se ha publicado en ningún documento oficial. Y aquí está el problema: han sido elegidos papas por ellos mismos, en un cónclave privado que han celebrado en el interior de sus mentes, y también han sido declarados santos y doctores de la Iglesia por sí mismos, sin que la Iglesia todavía se haya percatado de sus virtudes heroicas, que ellos sí identifican con toda humildad, esperando con paciencia el día en que reciban reconocimiento público oficial. Ellos, tan humildes, tan sólo alzan su voz para decir que el Papa Francisco se equivoca… pero que, por fortuna para la Iglesia y para el mundo, ellos se han dado cuenta a tiempo y por eso se encargan de corregirle a sus espaldas… primero en petit comité, como corresponde a su gran humildad… y más tarde, si fuera necesario, en voz alta y a la cara, agrupados junto a otros papas no reconocidos, ni siquiera por el Espíritu Santo.

     Estos papas que se han nombrado a sí mismos guías autorizados de la Iglesia sin pasar por el cónclave, tienen tanta, tanta humildad… que en primer lugar nos recuerdan a los demás la doctrina de la Iglesia con respecto a la infalibilidad del Papa, explicándonos que el Vicario de Cristo en la tierra solamente es infalible (subrayan la palabra “solamente”) cuando habla ex-cathedra. Con otras palabras… nos recuerdan muy amable y sutilmente que el Papa, si abre su boca en un avión, o en una audiencia general, o por teléfono… puede equivocarse. Y ellos… dotados de una especial perspicacia, iluminados sin duda por el mismo espíritu que les nombró en guías no reconocidos de la Iglesia… se han dado cuenta de que se equivoca en esto, en esto otro, en aquello y en lo de más allá, y por eso le corrigen. Humildemente. ¡Menos mal que nos advierten a los demás fieles, menos mal que tenemos quien censure al Papa y nos abra los ojos! ¡Vivan los papas ignorados, patronos de nosotros los ignorantes!

     No satisfechos con esa crítica humilde realizada en privado, que no resulta muy eficaz para cambiar el rumbo de las cosas… algunos dan un paso al frente en su defensa de la auténtica doctrina, y publican artículos contra las desviaciones del único Romano Pontífice elegido por el Colegio Cardenalicio. Otros, pretenden recogen firmas, que avalen su autonombramiento como papas en la sombra… y llevados por su indudable amor a la Iglesia, las quieren enviar al Papa (al único Papa con mayúscula), para mostrarle que hay muchos papas dispuestos a ayudarle a corregir sus desvaríos, ¡incluso antes de que los cometa! Se han dado cuenta de que el Papa podría pecar gravemente y conducir a la perdición a toda la Iglesia… pero ellos, recogiendo firmas para pedirle que no lo haga, quieren evitarlo a tiempo. Qué detalle tan fino. Todo, insisto una vez más, humildemente, muy humildemente y con gran amor y fidelidad a Jesucristo. Eso me dicen, eso remarcan, eso destacan: que ellos son fieles hijos de la Iglesia. Que cuando se permiten darle un capón al Papa, lo hacen solamente para ayudarle y ayudarnos. Preferirían no hacerlo… claro… pero asumen ese sacrificio, por amor a la Iglesia. “¡Toma capón cariñoso, Papa Francisco! Y no te quejes… que también tú nos das capones… y no nos quejamos.”

     Lo que no dicen estos papas, a diferencia del Papa Francisco, es… “recen por mí.” No. Ellos no necesitan que nadie rece por ellos, porque ya son santos y además lo saben. Sin embargo, mientras el proceso de beatificación aún está pendiente del milagro que acredite el reconocimiento celestial, me animo a pedir, para ellos, el milagro de su propia conversión. Sería un milagro portentoso, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, el que no quiere escuchar, el que no quiere obedecer… y ellos consideran que están tan llenos de luz, que no necesitan autoridad en la tierra que les guíe. Ni siquiera, la autoridad del Vicario de Cristo. Ellos se guían a sí mismos y pretenden, desde la oscuridad que provoca su propio deslumbramiento, iluminarnos a los demás. Empezando por iluminar al propio Papa.

     Señor del Cielo y de la Tierra, te pedimos por la conversión de tantos papas ignorados, para que Tú mismo les guíes, ya que de momento no admiten al único guía que el Espíritu Santo, por medio de los Cardenales, ha dado a la Iglesia universal. Te pedimos que no permitas que caigamos en las garras suaves de quienes se disfrazan de ovejas fieles, pero que en realidad son lobos feroces dispuestos a devorar al pastor y dispersar al rebaño. Te pedimos que alejes de nuestras almas al enemigo más peligroso de la Iglesia, que no es quien quema templos o mata a los cristianos, sino que es quien escupe hermosos argumentos retorcidos, para crear división e infidelidad, desde dentro. Nosotros confiamos en el único al que Tú cedes tu báculo, el único al que el Espíritu Santo susurra directrices correctas para la Iglesia, hoy. Ayúdanos a escucharle con ánimo de aprender, de corregir y de mejorar, dispuestos a seguirle en todas sus indicaciones, sin seleccionar solamente las que nos gustan, e ignorando las que no nos gustan. Gracias por haber escogido a Pedro, siendo pecador, como guía de otros pecadores, como cualquiera de nosotros. Gracias por haber elegido a Francisco, a quien seguimos incondicionalmente, viéndote a Ti en su persona, en sus gestos y en sus palabras, tanto cuando las firma y sella en una encíclica, como cuando las dice en un pasillo o en un ascensor. Le seguimos y le obedecemos a él, porque te seguimos y te obedecemos a Ti.

     Queridos papas ignorados: os pido que no volváis a proponerme que me una a vuestra causa perdida, porque deseo permanecer fiel a nuestro pastor, al único que nos guía por camino seguro, que hoy se llama Francisco. Y os propongo idéntica fidelidad, manifestada en obras concretas de escucha, reflexión y acción. De lo contrario, con esa soberbia disfrazada de humildad, no sólo os vais a despeñar, sino que tal vez nos arrastréis a otros. Actuad de cara a Jesús, frente a frente, sin disfraces. En esa cita íntima con Dios vivo, que no es mudo sino que nos habla con claridad cuando estamos dispuestos a escucharle, cada uno puede saber, con certeza, cuándo está movido por la caridad y cuándo por la soberbia. Nunca es demasiado tarde, ni demasiado pronto, para volver al redil. El mismo Cristo sale en busca de la oveja perdida, que se alejó del pastor en busca de otros guías, sin darse cuenta de que esos falsos profetas querían envenenarle. Dad la vuelta y renunciad a ejercer vuestro papado en la sombra. Todos somos bien recibidos, en esta Iglesia Santa, repleta de pecadores. Pero no os acerquéis al Papa con un beso, si vuestra intención oculta es la de venderle. Gracias.

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