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Pablo Domínguez falleció a los 42 años, en el escenario que tanto amaba: las montañas.
Era sacerdote. Humilde, simpático y servicial,
de los que nunca son noticia.

Su vida ha llegado a cines de 18 países y
aún provoca «efectos secundarios» entre
quienes tengan el placer de conocerle.

Pablo Domínguez falleció a los 42 años, en el escenario que tanto amaba: las montañas.

Era sacerdote. Humilde, simpático y servicial, de los que nunca son noticia.

Su vida ha llegado a cines de 18 países y aún provoca «efectos secundarios» entre quienes tengan el placer de conocerle.